20070416



CONCLUSIÓNES

ÉTICA Y FRACASO.

EL TODO Y LA REFERENCIA.
La cuestión propia del pensamiento radica en su enfrentamiento con la nada, Franz Rosenzweig al comienzo de la Estrella de la Redención nos dice:
“Mas al negar la filosofía el supuesto oscuro de toda vida no queriendo tener por algo la muerte, sino haciéndole nada, se provoca a sí misma la ilusión de la carencia de supuestos. Pues ahora el conocimiento del Todo tiene como supuesto suyo… nada.”[1]
En la primera mitad de este trabajo se pretendió reflexionar sobre la relación que occidente tiene con la nada, el rechazo al vacío, de la incerteza obligará siempre a subjetivarme como origen del conocimiento. La cuestión expuesta en la cita de Rosenzweig será la exposición del origen del mundo occidental, nos enfrentamos con la nada en cuanto nada, tautología primera que fundará cualquier verdad del razonamiento. El malestar de esta incerteza advendrá identidad violenta, es decir, el pensamiento representa la nada en el todo.
Ahora bien, no podemos olvidar que esta forma de enfrentar la nada también es posible de ejemplificar en las relaciones que hoy en día tenemos en la política y en el derecho. Las leyes nos muestran una certeza del vacío que nos adviene en la relación social, es necesario totalizar las fugas de comportamientos del otro, mantener a distancia su amenaza. El otro por no ser yo es acontecimiento sin control.
“El derecho es por esencia derecho viejo. Y así se manifiesta lo que es la violencia: la renovación del viejo derecho.”[2]
La relación totalizante adviene a la diferencia del Otro en cuanto se menciona en la ley, en cuanto es en la forma que describe la ley y la filosofía. Lo que podemos inferir de esto en primera instancia es lo siguiente: las relaciones que el derecho y la filosofía mantienen con la nada se juegan en una ética de la referencia. De esto se pueden desglosar dos puntos.
a) La referencia filosófica: Se enfrentará con la nada siempre y cuando esté en referencia con una verdad. Platón rechaza a la nada en cuanto es la posibilidad de que una copia sea más o menos alejada de la Idea, Hegel suprimirá cualquier negación concibiéndola como parte del todo de la dialéctica que se dirigirá siempre hacia una síntesis superior, hacia una verdad absoluta. La totalidad filosófica tachara como nada a la distancia que podamos tener de toda certeza, la nada será nombrable en la comunión de un patrón de pensamientos compartido por todos.
b) La referencia del Derecho: Independiente de la distinción entre derecho positivo o derecho natural, lo que está en juego será siempre el problema del respeto. ¿Qué debo respetar? ¿por qué debo tender hacia la paz y no a la guerra? Son interrogantes que originan cualquier análisis ético-jurídico. Si bien el comportamiento social es la muestra clara de la diferencia abismante entre nosotros, el sentido de las leyes sociales y jurídicas apuntaría a hacer de la diferencia una amenaza. Prueba de esto es que muchos intelectuales someten a crítica los supuestos de una ética de la diferencia planteando interrogantes que versan así: ¿cómo es posible la responsabilidad infinita del Otro? ¿qué me asegura a mí que el Otro se mantiene en su otredad y me respetará? Pero también se les podrá contra preguntar con estas inquietudes ¿por qué se debe respetar al Otro? ¿por qué es necesaria la represión de las leyes? Sin lugar a dudas la respuesta será: porque es igual a mí. Si percibo la igualdad en mayor medida, más derecho para él demandaré.
El argumento sobre la humanidad encuentra su fundamento en la referencia común siempre y cuando sea experimentada desde mí, pues, es la única certeza que existe. La filosofía y el discurso neo-liberal leen al mundo desde una propiedad, todo aquello que esta afuera de nuestras paredes no se puede contener pues se concebirá cómo ausencia de certeza. Justo en el momento en que a la nada se le niega su estar, por medio del lenguaje de la presencia, se controlará la angustia que provoca este vacío pleno en sí mismo. La diferencia en occidente se sacrifica para ser en mí. Así para poder entrar en la segunda parte de este trabajo, que pretende enfrentarse al pensamiento de lo mismo deberemos aceptar la primera gran conclusión de La Estrella de la Redención: “La nada no es nada: es algo.”[3]

LA GLOBALIZACIÓN.
Después del holocausto y la posterior polarización del mundo ¿en qué está occidente? Habrá que detenerse en la imagen del muro de Berlín en ruinas. Todo muro supone una interioridad que es total en sí misma, lo exterior es la falta de mi interioridad. La caída del muro es la expansión de nuestra identidad. Para acabar con lo exterior habrá que totalizarlo.
Toda identidad es la afirmación de mi autenticidad a diferencia del otro, no soy tú porque estoy constituido por aquello que es exclusivamente en mí. Decir yo es hablar tautológicamente, yo soy yo, A=A, es presentarme en mi mismo y por mis propias posibilidades. Ante esta cuestión cabe la posibilidad de advenir violencia en cuanto no permito que nada amenace a esta tautología. Ahora bien, después del Holocausto y la posterior polarización del mundo ¿en qué esta occidente? Está occidentalmente, exclusivamente, está de manera única en el mundo, haciendo de la nada el principio de la totalidad que se impone en la suposición de falta de fundamentos. Se dice que el holocausto ha sido la catástrofe, y consumación, de toda una tradición de pensamiento cuyo fin era la coexistencia ejemplar. Después de Heidegger se ha comenzado a afirmar que occidente es el holocausto mismo, entre ellos Adorno.
El mundo actual es respuesta a esta catástrofe, sería irresponsable afirmar que la globalización es una integración totalmente diferente al mundo racional, totalitario, que estalló en las catástrofes conocidas, porque, “el mundo aprendió la lección”. Al parecer el sentido de la guerra nazi fue aplazado y no terminado, pues, en el momento mismo en que Berlín es uno ha comenzado a sonar el concepto de integración. Occidente es en la integración, es uno y ¿el resto? ¿Se puede hablar del resto? Oriente y occidente son en la integración, al caer el muro se expandió la bestia, occidente busca superar su límite en el límite de su pensamiento, la diferencia amenazante es excluida en la inclusión. Se habla lo mismo siempre y cuando los principios rectores de la coexistencia sean los mismos, occidentalmente habitamos el mundo.
¿En qué está occidente? Occidente ya no está en algo, sino que, el mundo está en occidente. La globalización es el habla común, la referencia única, he aquí el sentido del conflicto del medio oriente, imposición de la libertad en las tierras de David. La globalización es la tautología de todos con todos.

DEBER Y OTRO.
“La idea de un pueblo elegido no debe ser considerada como un orgullo. No es conciencia de derechos excepcionales, sino de deberes excepcionales.”[4]
Si existe algo en el pensamiento de Levinas que genera anticuerpos es su especial preocupación por el Judaísmo. Si aceptamos, y nos jugamos por esto último, será porque el pensamiento del logos griego no podrá jamás hacer justicia al Otro, y a la luz de lo expuesto en este trabajo, nuestro mundo en cuanto origen de la nada, llevará siempre a negar cualquier diferencia. El pensar partirá siempre de nosotros mismos para así, en la respuesta que adviene, terminar por justificar la propiedad.
El Otro nos demanda en su Otredad, una Otredad infinitamente lejana que nos a-bisma y nos angustia,[5] el pensamiento occidental, demasiado griego, no puede pensar en la nada y en la diferencia. La acción del pensamiento siempre se origina en la respuesta y no en el vacío. Tomamos a la nada como nada porque nos incomoda de sobremanera no poder hablar de ella. Ante esto, es necesario aceptar la experiencia que nos revela el pensamiento judío, si bien, esta es criticable, también lo importante en este trabajo, es aceptar que el pensamiento ético – jurídico es demasiado griego, hasta tal punto que jamás podrá pensar por si sólo la relación con el Otro, de ser así estaremos aceptando el fracaso de nuestro pensamiento. ¿Por qué ocurren atrocidades en el mundo? Esta pregunta es la invitación a ser hospitalarios y abrirnos a una experiencia ética que se da justamente en donde el pensamiento occidental surge cómo negación. Toda nada será una Otredad que nos obliga a trascender.
Las “categorías” judías nos permiten respetar al Otro, cuando Rosenzweig afirma que la nada no es nada: es algo nos esta orientando hacia un pensamiento que no se angustia ante el a-bismo del Otro, nos esta invitando ha pensar nuestro pensamiento de manera responsable. En este sentido hacerme responsable por el Otro apunta a respetarlo y aceptarlo en su diferencia, en su absolutes infinita, que desvela y no termina. El pensamiento de Levinas en su dimensión judía es un pensamiento que se cuestiona razonablemente, pero, que no se auto proclama cómo origen de razón, sino que es un sacrificio de la arrogancia al permitir que la “experiencia” nos invada como sentido de todo pensamiento. El Otro es el que nos mueve a pensar.
Nuestra relación con el Otro no debe ser de totalidad, debe ser de proximidad, debemos dejarnos elegir y quedarnos en la elección. El análisis sobre la justicia apuntaba al arrancamiento de mi egoidad por la presencia del tercero. Esta cuestión se justificará en el momento en que me aproximo al Otro y respondo a su extranjería como arrancamiento de lo griego que nos constituye. Es necesario que occidente reconozca su responsabilidad por el Otro y haga justicia a esta elección, de esta manera sin el judaísmo no podemos pensar el sentido de la ética, presente en todo enunciado ético que excluye cualquier experiencia por falta de prueba.
La manera en que el pensamiento de lo Mismo, haciendo referencia a occidente, romperá con la forma de lo dicho se dará cuando reconozca que todo enunciado es respuesta a otro, que el decir comporta a lo dicho, en esto radica el olvido, pues se omite la trascendencia que da sentido a todo conocimiento. La experiencia judía es el pensamiento de la responsabilidad y del exilio, ante esto la mismidad reconoce su límite y solicita su ayuda. Para poder tener responsabilidades debemos de responder en forma y trascendencia, pero la idea no es quedarse solamente en la forma, si nos quedamos en ella moraremos en la totalidad que nos asegurará en contra del Otro. Lo judío en el pensamiento occidental nos ayudará a reconocer al decir, manteniendo siempre en cuestión nuestra arrogancia en la hospitalidad del recibimiento del Otro.
El pensamiento del Otro siempre nos pone en el exilio, pues es arrancamiento de nuestra identidad para quedarnos en la verbalizad del decir. El mundo occidental es el mundo de los muertos, hagamos justicia al Otro recibiendo la elección a la cual nadie más que yo puede responder.

HOSPITALIDAD Y FRACASO.
1. Clamor de justicia.
“¿Qué es lo que comprueba la originalidad de mi abnegación al Otro?”[6]
Preguntas tales partirán y morirán siempre en lo occidental, mientras el deseo de seguridad mueva al examen intelectual. En el ámbito de las relaciones con otro las preguntas por la prueba reafirmaran aun más la violencia que se pretende evidenciar, la pregunta será siempre decisión del sujeto ante el a-bismo; inicio de un dialogo castrante de la palabra de Otro.
¿En qué está occidente? Se referirá siempre a nuestra situación cotidiana, a lo propio de nuestro estar ante el Otro, al sentido común. El sentido común está en la totalidad, está en obra, está en común y univocidad –entendiendo a la voz no solamente como fonema, sino como pensamiento. Nadie puede salir estando en sí mismo pues se perderá en la extrañeza, la pregunta por el sentido común será siempre la pregunta por la identidad.
Hoy en día se niegan las identidades ontológicas aunque nuestro pasar por este mundo sea un morar en lo único de la forma. Esta formalidad, a la luz de lo desarrollado y evidenciado en el fenómeno de la globalización recién expuesta, no permite la exposición, la revelación de una responsabilidad primera por el Otro. No es demostrable y por lo tanto incomunicable. Sin embargo, debemos volver a detenernos en el concepto de experiencia tan repetido por Levinas, pues, se encuentra íntimamente ligado a un “sentimiento” que estaría antes que cualquier fundamentación ontológica, la ética comienza en el sentimiento de Otros, en donde soy abordado por esta presencia que escapa a las categorías del ser y se aproxima en cuanto experiencia y malestar en la totalidad. El sentido común, identidad sin límites, se construye en una constante incomodidad, es un edificio que no puede eliminar el movimiento telúrico de su superficie. Lo que se pretende afirmar es que esa incomodidad es el momento exacto en que la responsabilidad se las arregla para hacerse escuchar, a esto llamaremos el clamor de justicia.
Ante el clamor de justicia advenimos y trascendemos en respuesta justa. En la injusticia esta incomodidad penetra en los límites de nuestro estar, para así responder a un mandato que no se puede pensar en y por lo mismo. El Otro es el origen del clamor que me hace advenir obediencia ante la presencia sin forma del Otro, en este instante estamos decididos de antemano.

2. Hospitalidad como herramienta.
En un mundo que habla lo mismo siempre recibiremos a quien adviene en mi forma de estar. El derecho hospitalario será la autocontención del extranjero de su propia extranjería, en cuanto acepta mis leyes tomara la forma de mi forma y seremos uno. Esto último, solo es posible en donde existan diferencias de pensamiento, ante esto podemos identificar dos momentos de esta hospitalidad:

a) Hospitalidad como traducción: Antes de la caída del muro la posibilidad del derecho de hospitalidad era cierta en cuanto era posible asesinar la Otredad del extranjero. Lo que se atestigua con los totalitarismos es la existencia de pensamientos, en donde aún era posible hablar de formas. Bajo este contexto el derecho hospitalario actuaba como formador de subjetividad, para recibir al extranjero se le obligaba a aceptar las reglas propias del territorio hospitalario, de esta manera el extranjero es formado por la forma y en la forma, es obligado a traducir su extranjería.

b) Hospitalidad como garantía: Después de la unificación de Berlín comienza el proceso de globalización, sin embargo en este momento de integración actual no puede haber ejercicio de formación pues todo extranjero ya sabe la forma, no hay nada que traducir. Actualmente ya no hay hospitalidad de traducción porque no existe la extranjería, las fronteras son sólo administrativas y el sentido común es uno y la cotidianidad se vive de la misma forma. En occidente, hoy, el derecho a hospitalidad será el garante del orden de la casa, el inmigrante debe mantenerse en su forma, en las categorías de pensamientos comunes. La hospitalidad nos garantizara que el extraño no amenazará nuestra armonía, de lo contrarío será deportado.

Actualmente en la hospitalidad no se reconoce una apertura a la diferencia, los discursos multiculturalistas son en sí mismos ideas nostálgicas que no reciben, ni han recibido, el mandato ético del Otro[7]. La Otredad ha sido sepultada por las categorías comunes de la Libertad y la Tolerancia. En esto último se ha centrado todo el esfuerzo de nuestra investigación, en volver a cuestionar la identidad occidental desde la incomodidad que produce la experiencia ética, para esto fue necesario pensar algo así cómo una ética hospitalaria presente aún en los actos más violentos, incluso ellos implican que tengo que ver con el Otro. Para esto es necesario dejarse elegir en el mundo.

3. Dejarse elegir.
Si hemos experienciado el clamor de justicia es porque estamos abiertos al Otro, somos hospitalariamente a su revelación. Si aun experienciamos nuestra mismidad será porque recibimos el mandato del Otro que nos manda a advenir responsabilidad. La incomodidad ante las injusticias encuentra su sentido en la responsabilidad antes que cualquier decisión.
En este sentido se puede anunciar ya el fracaso de una identidad, en este caso de la identidad occidental, que no puede hacer justicia parada sólo en sus fronteras, en su conocimiento, fracaso de una identidad que se da no por la imposición de una forma nueva, o de otra forma de identidad, que baya en contra de una forma democrática o de cualquier otra forma de gobierno, de sistema, etc., el Otro como posibilidad de salir del sí mismo y trascender no se enmarca en una forma, sino que se caracteriza por su a-lugar, por su no lógica, por su asimetría, que apuntan a una diacronía, tampoco se trata de instalar nueva forma ética ya que esta la excede, es ética misma, en la que la relación con el Otro fractura cualquier forma o cualquier lógica que quiera seguir perseverando en la identificación consigo mismo. Cada vez que occidente se decide a formular un pensamiento ético, cada vez que piensa las relaciones sociales estará reconociendo su propio fracaso, pues la Otredad no deja que la totalidad le entregue la luz de la certeza, somos elegidos a responder en la cotidianidad. En la relación cara a cara se produce la fisura de occidente, el Otro es la fisura de la identidad. La identidad jamás podrá cerrarse porque somos antes que todo abiertos para y por el Otro, somos hospitalidad responsable.
Para que occidente pueda estar en la certeza debe eliminar su “otro modo”, esto ya se ha hecho en su totalidad, con excepción del Medio oriente, curiosamente en el medio, sin embargo seguirá fracasando en su intento, pues, existen las relaciones primeras, los encuentros cara a cara, por lo tanto deberá seguir eliminando a los occidentales mismos,”en un sentido, el asesinato se dirige siempre al rostro, pero para fallar siempre en el intento”[8]. Si Levinas acepta un judaísmo junto al pensamiento griego para hacer justicia al Otro es porque nos invita a tener fe[9] en lo que está mas allá del límite del pensamiento ¿Qué prueba mi abnegación al Otro? la prueba solamente es el clamor de justicia ante los Iraquíes que sufren en la guerra, los hijos de inmigrantes en Francia, la hambruna del cesante que golpea mi puerta pidiendo alimento. Aceptar en el pensamiento griego a lo judío es dejarse elegir por la justicia del Otro y del tercero, es aceptar que el sentido de toda obra, de toda forma, de todo discurso es una preocupación no decidida por el Otro. Porque existe Otro respondemos, porque hay Otro pensamos y cuestionamos nuestra identidad, porque hay Otro occidente se reconoce, porque hay Otro clamamos justicia, porque hay Otro existe la violencia. Porque somos hospitalarios existe la ética, aunque el afán de contarla toma una forma y entra en totalidad, el sentimiento de justicia permite que occidente pueda pedir perdón, aunque de manera instantánea se anuncie cómo contenido. La tarea de occidente, nuestra tarea es no dejarnos encandilar con la “maravilla” de la integración, sino que es hacer justicia a la hospitalidad que demanda el extranjero. Dejarnos elegir por el inmigrante es ser recibimiento de lo exterior en cuanto exterior sin re-presentarlo y sin excluirlo, es un dejarse elegir sin decisión.

4. ESTAR DESVELADO, ESTAR EN HOSPITALIDAD.

¿Es posible convivir en una hospitalidad sin leyes? Al parecer esta interrogante parte del supuesto de que el pensamiento levinasiano es un pensar de la violencia, en contra de la violencia, y por lo tanto un rechazo a toda forma de discurso.
Afirmar esto último sería afirmar el gesto clásico de toda la tradición filosófica, y que se resume en el gesto cartesiano. Gesto que busca derribar todos los supuestos del mundo para tener la explanada limpia y edificar un nuevo conocimiento ¿Hasta que punto se puede sostener un pensamiento crítico con la violencia imponiendo un pensamiento nuevo? Al parecer el derecho siempre es derecho viejo porque encuentra su sentido en dar el ser a la fuga de certeza. Surge una violación y se determina una figura legal. Justamente en donde el derecho evidencia una falta de control. Bajo esta lectura toda instauración de un pensamiento nuevo es la afirmación de lo que el pensamiento “anterior” no pudo determinar. Todo pensamiento filosófico es un pensamiento viejo.
Ahora bien, nuestro trabajo, afirmándonos de Levinas, pretende no romper las formas discursivas, sino que pretende hacer resonar en nuestros oídos el mandato ético del Otro presente en todo discurso. Para esto es necesario volver a citar lo que ya fue citado en el desarrollo de esta investigación.
“Mi tarea no consiste en construir una ética; intento tan sólo buscar su sentido” (…)[10]
Esta frase es de suma importancia, en ella Levinas acepta la totalidad, pero no contento con esto, se ve interpelado a pensar el sentido de ésta. He aquí el sentido de nuestra tesis, un sentido que busca responder al sufrimiento del Otro, el sentido de la guerra y de las decisiones que han ido configurando nuestra identidad. Vuelvo, sin querer ser majadero, a enunciar la necesidad de tener fe en la experiencia ética que, tras bambalinas, nos interpela a responder ¿cómo pensar la respuesta en un mundo que piensa lo mismo?
Hemos dicho que en occidente se dona el silencio al extranjero, se impone una forma, una forma que estará cimentada sobre discursos de protección y de conocimientos absolutos es decir, el extranjero se vuelve dócil al sentido común. En la globalización todos hablan lo mismo en cuanto todos piensan diferentes bajo categorías comunes, curiosa paradoja. En occidente el derecho hospitalario es en el sacrificio del extranjero de su extranjería, a su pensamiento. En palabras más simples, en occidente nadie piensa porque se piensa lo mismo, en lo mismo. El valor de la integración radica en la diferencia de la diferencia. La negación, la carencia de supuestos adviene silenciamiento del pensar. En el neoliberalismo los sujetos críticos son absorbidos por la identidad globalizada en cuanto buscan nuevas formas de discursos. En occidente nadie piensa en cuanto se piensa lo que occidente deja sin pensar. Ahora bien, en este instante el esfuerzo levinasiano encuentra una importancia tremenda pues, en cuanto griegos necesitamos de las formas, es más, estos son los únicos modos en que se puede enunciar una respuesta. Sin embargo, como se indica en la cita anterior, el responder demanda un reconocimiento del sentido que toda forma conlleva. La distinción entre el decir y lo dicho es muy clara en este aspecto, pero también debemos reconocer que toda totalidad, toda ley, toda política, todo arte, toda violencia y toda justicia encuentran su sentido en la significancia misma del rostro del Otro. No podemos hacer justicia al extranjero si no admitimos la experiencia ética que permite que la obra ética, cómo sistema, aparezca en la contemplación de nuestra mirada. El sujeto no es origen de nada, sólo somos responsables del Otro, respondemos y nada más. No por estar insatisfechos en el sentido común debemos postular la muerte de las formas, de los discursos. Fracasaremos siempre en este intento. El lenguaje del ser, de la presencia, es lo único que tenemos para comunicar, sin embargo, debemos responder siempre a aquello que esta más allá de cualquier ontología. La ontología viene después de la diferencia.
Cuando afirmamos que nadie piensa estamos aceptando que todos moramos en la forma, nos hemos dormido y cada vez que experienciamos el clamor de justicia despertamos aletargados para dormirnos nuevamente. La invitación judía nos mantendrá inquietos ante el Otro, pero no una inquietud que demanda protección, sino una inquietud responsable.
Esta inquietud es lo que nos hace reconocer que todas nuestras formas fracasan en su intento de respetar la alteridad. Lo importante de esta tesis no es lo que planteamos, sino la trascendencia hacia ustedes y hacia quien la origino, es reconocer la verbalizad del decir en cuanto desvelamiento. Ya no se puede en la forma, no soy el origen de la respuesta. Estaremos pensando.
El desvelamiento por el Otro es reconocer al extranjero en su pensamiento, no podemos pensar su pensamiento, sin embargo es algo. El mandato ético radica en esa lejanía insalvable, en esa lengua insalvable pero que se hace escuchar en la inquietud de justicia. No interesa cambiar la forma, no interesa cambiar las instituciones, no interesa cambiar los discursos, no interesa cambiar las leyes. Cuando estamos desvelados por la responsabilidad las formas se enunciaran, pero en el instante mismo de su origen se cuestionará porque jamás podremos dormir en ellas. El reconocimiento del decir, de la trascendencia de toda responsabilidad, permitirá que emerja un nuevo sentido del mundo, un sentido que seguirá estando tras del ser, pero escuchado más allá de la forma. Escucharemos al Otro, origen de todo pensar.
Ante tal situación responderemos a la pregunta ¿es posible convivir en una hospitalidad sin leyes? Creo que sí, si existe el derecho hospitalario, si existe leyes, si existe algo que decir es porque estamos en hospitalidad, en condición de hospitalidad. Estamos abiertos al mandato del Otro, al encuentro cara-a-cara de la relación cotidiana. La justicia es posible en cuanto pensemos, cuestionemos las formas de respuestas antes de que yo crea que soy origen de ellas. Occidente al reconocer el sentido de sus formas, el Otro sentido, se develará por el extranjero. He aquí nuestra empresa, hacer justicia e invitar a releer la segunda parte de la cita de Levinas: (…)”intento tan sólo buscar su sentido” (…)[11] Un sentido que no podrá jamás ser enunciado por lo griego aunque sea lo único que tenemos para responder, sin embargo la responsabilidad es posible en cuanto trasciendo en la enunciación del discurso, esto sin lugar a dudas nos invita a el reconocimiento de la condición de toda relación; estar en hospitalidad. Occidente cuando se desvele por el Otro reconocerá su fracaso y estará en el mundo, en la hospitalidad del pensar.
Las instituciones asegurarán la justicia y no la propiedad, nos importará más la trascendencia que la forma del discurso. Vivir hospitalariamente no es vivir miméticamente, la vida es ética y fracaso de la identidad como origen del pensar.
(…)”soy irreemplazable para asumir las responsabilidades. La elección es un plus de obligaciones para cual se enuncia el “yo” de la conciencia moral.
Esto es lo que representa el concepto judío de Israel y de su elección”(…)[12]
Dejémonos elegir, sólo de este modo podemos dejar el letargo de nuestra identidad y exiliarnos en la responsabilidad por Otro.







[1] Rosenzweig, Franz. La Estrella de la Redención. Salamanca: Sígueme, 1997; trad. Miguel García-Baró. P. 45.
[2] O.p. Cit. P. 395.
[3] O.P. Cit. P. 45.
[4] Israel y el Universalismo, en: Levinas, Emmanuel. Difícil Libertad. Buenos Aires: Lilmod, 2005. P. 199.
[5] Cfr. Rosenzweig, Franz. La Estrella de la Redención. Salamanca: Sígueme, 1997; trad. Miguel García-Baró.
[6] Badieu, la etica P18
[7] Ver el apartado el mandato ético de esta investigación. P XXXX
[8] Violencia y Metafísica, en: Derrida, Jaques. La escritura y la diferencia. Barcelona: Anthropos, 1989. P.140
[9] En este caso el tener fe apunta a creer en el Otro, y este creer implica aceptar su absolutes infinita, el carácter irreductible del Otro a mi comprensión, a mi reducción. En este sentido el tener fe, el creer y aceptar al Otro en su infinito que trasciende la intencionalidad es creer y reconocer el sentido primero del Otro, con el cual no puedo no ser hospitalario.
[10] Levinas, Emmanuel. Ética e infinito. La balsa de medusa: Madrid, 2005. P. 76.

[11] Op. Cit. P. 76.
[12] Israel y el Universalismo, en: Levinas, Emmanuel. Difícil Libertad. Lilmod: Buenos Aires, 2005. P.199

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