20080304

El porvenir de la justicia.

Lectura forzada sobre derecho ambiental.

Fernando Escobar. (resumen presentado para las IV jornadas de derecho ambiental. U de chile)

Palabras claves: Derecho – Ley – Justicia - Porvenir – Inscripción – Otro – Lenguaje –Rectitud – Habitar – Fuerza – Hospitalidad – Violencia – Enseñanza.

El presente trabajo pretende responder a la convocatoria de ponencias sobre derecho ambiental. Sin embargo ¿qué se puede pensar sobre derecho, más aún cuando se hace dueña del concepto ambiental?

Básicamente expondré dos problemas, y si el tratamiento lo permite -sin querer ser pretensioso- se denominarán aporías.

a) Según el texto de Jaque Derrida titulado del derecho a la justicia[1] se expondrá el siguiente problema:

Toda ley se impone salvaguardando el derecho. Lo problemático radica en el hecho de que este, en cuanto positivo, no posee ningún fundamento natural sobre lo justo.

Entonces se podrá concluir, en primera instancia –siguiendo el análisis Derridiano- que toda ley es ella misma su automanifestación y realización de lo justo. Toda ley posee en sí y será su propia fuerza de imposición.

Entonces, esbozando el primer problema ¿Cómo pensar un tratamiento justo de lo que se podría llamar un comportamiento ajustado a derecho?

b) De la primera aporía de desprende un segundo momento:

Entorno al análisis de Jaques Derrida se podrá pensar la relación ley-inscripción-hospitalidad.

El problema central del derecho, haciendo vista gruesa –por ahora- a la determinación de este como ambiental, es el hecho de que aún pensando que el derecho es lo más justo posible, será la justicia misma la que romperá siempre con cualquier aplicación de la ley como determinación de conductas.

El problema central de este trabajo se puede resumir –evidenciando toda la violencia que un resumen puede ejercer sobre el tratamiento, de por sí castrante, del texto- de la siguiente manera:

Si la ley es ella misma su automanifestación performativa, si el derecho se quiere justo ¿cómo entender entonces la violencia que produce al otro que es objeto de derecho?

Para eso es necesario pensar que toda ley es la imposición, y el derecho exigencia de un habla oficial. Un habla que hará que el extranjero, sirviéndonos del tratamiento que Emmanuel Levinas[2] hace de este asunto, sea muerto en lo común.

Ahora bien, el problema se nos planteará de la siguiente manera:

El derecho será siempre obra violenta en cuanto no es rectitud ni escucha de la lengua extranjera. El otro jamás, aún cuando se crea esto posible, será categorizado en categorías comunes de pensamiento.

Todo derecho pretende lograr hacer de las singularidades algo uno en cuanto pensamiento justo para todos. Sin embargo la justicia como rectitud para con el otro será siempre una justicia porvenir.

El concepto de porvenir nos obligará a pensar la relación derecho-hospitalidad.

Una hospitalidad del recibimiento, terminando infinitamente con algo así como un “derecho universal del medio ambiente”, pues cada hombre habita el mundo desde lugares infinitamente distantes entre sí.

Identificada la segunda aporía, el problema ahora se nos abrirá, a modo de conclusión infinitamente inconclusa, al hecho de la imposibilidad de instaurar una enseñanza de un derecho justo, pues en cuanto porvenir no se podrá dar cuenta de la justicia.

Sin embargo, no debemos olvidar que todo derecho encuentra su sentido en el temor de la muerte del otro. Antes esto toda educación no es más que una lectura forzada de aquello que escapa a la certeza de la razón.

De este tratamiento se abrirán dos problemas:

1) La imposibilidad de enseñanza de un derecho justo cimentado en el otro y

2) la posibilidad de un derecho ambiental hospitalario.

Hospitalario que pretende responder de la presencia del otro fallando siempre el intento, pues el derecho siempre será violencia que inscribe lo diferente en una escritura común. Esto es lo que impone, auto impone y realiza la ley.


[1] Derrida, Jaques. Fuerza de ley. Editorial Tecnos, Madrid. 1997.

[2] Levinas, Emmanuel. Totalité e Infini. Ediciones Sígueme, Salamanca. 1995

20080206


Imperio, Imperialismo
(2002) Pedro Sierra, Fernando Escobar.

Ante la cuestión de realizar un trabajo que relacionase al imperio romano con el imperialismo actual, en primer lugar, cabía el ver ¿cuál era la cuestión que los relaciona? Lo que en cierto modo, o con una cuestión de sentido común, no parece tan complejo, es más, al parecer es ese mismo “tan” una sobra en la cuestión. Me explico. Se ve como algo evidente ante la tarea de relacionarlos. La cuestión de la sobra del “tan”, es porque no parece complejo el hecho de crear una relación entre ambos. Se presenta como evidente, y normalmente se hace, pues confiamos en esto, el hecho de revisar morfológicamente los conceptos. Con una fe que tal vez no sea ciega en el mejor de los casos, pero es fe al fin y al cabo. Fe en los conceptos que utilizamos para designar las cosas. Y por lo tanto, imperio e imperialismo son pues dos cosas que a primera vista se nos presentan como similares al menos, haciendo una revisión morfológica de estas palabras.

Por lo tanto veríamos que cuando hablamos de imperialismo e imperio, estamos hablando de la acción de la potencia sobre otra nación en primer lugar[1], y de imperio cuando esta nación –la sometida- ya está bajo el poder de la sometedora, es decir, ya no es otra nación, sino la misma. Está adentro pues la nación que somete se ubica en el centro y por lo tanto la sometida sin ser el centro, si se ubica dentro de éste (imperio).

La tarea que había que hacer se me presentaba con un simple paralelo entre lo que fue el imperio romano y lo que es hoy el imperialismo. Tarea que consistiría en la revisión del concepto de imperio, luego seguir seguramente un orden cronológico, es decir, hablar del imperio romano, dando sus características y posteriormente realizar la misma tarea pero con el imperialismo actual. Ver las diferencias y las semejanzas de ambos y cosas por el estilo. Pues sería como hablar de dos cosas que se relacionan en tanto al nombre, pero aceptando la diferencia. Esta diferencia sin embargo no sería casual entre imperio e imperialismo, y por lo tanto el trato y el uso que le damos a ambas palabras pesa en el momento de la definición. Pues al definir estamos representándonos la realidad de una cierta manera y no de otra.

Hablo de representándonos, pues el hecho de usar un término en un sentido y no en otro al momento de explicarnos el mundo, tiene el peso y la finalidad[2] determinante en la visión que tengamos de este mundo. Por lo tanto, si hablamos de imperio romano y de imperialismo contemporáneo las imágenes que tenemos son distintas una de la otra. Tienen distintos sentidos y eso es finalmente determinante al momento de la representación que nos hagamos de una cuestión o de la otra. Pues por un lado esta el imperio que nos denotaría ya una culminación[3] respecto a la tarea de la nación que imperializa en tanto imperialista. Y por otro la nación imperialista que se encuentra “en-vías-de” adherir a si misma a otras naciones, y por lo tanto aun no como una culminación.

Desde esta perspectiva se presenta como una cuestión menos agresiva la de un imperialismo, pues aún aceptaríamos una cierta heterogeneidad en las relaciones entre las naciones y no algo tan brutal como una homogenización total, en el sentido de totalizadora, totalizante. Y es a esto justamente a lo que me refiero cuando hablo de el peso y la finalidad de usar ciertos términos en nuestra representación de mundo. Pues hablamos que existen potencias y hablamos de un imperialismo del capital, es decir, no se habla del imperio capitalista y si de un imperialismo que es como decíamos anteriormente una cuestión menos brutal que lo que podría ser un imperio capitalista homogenizador. Totalitario.

En lo que respecta al imperio romano, en los tiempos de Cesar este está en la condición de totalizador de las voluntades, de las voluntades del imperio. Pero las voluntades del imperio terminan siendo finalmente las voluntades de Cesar. Cesar tiene las atribuciones de jefe supremo y por lo tanto su voluntad es ley dentro del imperio. Imperio que en la razón de mantenimiento del modelo utiliza como parte fundamental a un ejercito que obedece al imperio y que actúa también como homogenizador dentro de éste. Homogenizador, pues en donde hay conflicto se presenta como una fuerza brutal de condición de orden en nombre del imperio. Es decir, es en nombre del imperio, cuestión que nos identifica a todos, por lo que el ejercito debe mantener y perpetuar el orden. También homogenizador en el sentido de que eran los mismos soldados quienes compartían en las zonas recién conquistadas como colonos, y posteriormente los mismos habitantes de estas zonas en tanto a pertenecientes al imperio, podían acceder a un puesto en el ejercito. Y a esto me refería justamente con la denominación de homogenizadores. Pues era una forma de acceder a un buen salario y al poder de cierta forma.

Pero no nos desviemos. La cuestión anterior sólo era a modo de ejemplo para tener una visión de la realidad dentro de lo que podría suceder dentro del imperio como totalizador. Pues si nos quedamos en un análisis que se base en la línea de la historia estaremos cayendo en un análisis positivo de la cuestión, es decir, estaremos haciendo ciencia histórica.

Hacer ciencia es amar a Teseo siendo Ariadna. Es la supremacía de la razón. Es creer en el concepto como univoco e inmutable. Ariadna ama a Teseo y tiene que participar en el asesinato del minotauro ayudando a Teseo en su empresa de vencer al animal, de negar su relación con el minotauro. Teseo vence al minotauro y escapa finalmente del laberinto con la ayuda de Ariadna, quien es el ánima en esta cuestión, la voluntad. Sin embargo Teseo abandonará a Ariadna y ésta con el mismo hilo que ayudó a salir a Teseo del laberinto se suicidará ahorcándose con él.

Esta imagen es justo lo que nos llama a nosotros. Me explico. Teseo en cuanto al vencer al minotauro representa a la razón que vence al animal, es Apolo contra Dionisos, y es el concepto estático. Es la fe en el concepto en el momento de hacer una revisión entre la relación de imperio romano con el imperialismo actual. Es la totalidad del significado en la palabra imperio. Es querer-conocer[4], querer conocer desde y en el concepto. Pero Teseo abandona a Ariadna, es decir, el concepto está, pero este mismo abandona a la realidad y se coloca en otro plano. Teseo ha utilizado a Ariadna para vencer al minotauro y la representación que nos hacemos es la utilización en nombre de la razón. Es el orden en nombre del imperio[5]. Es la relación entre imperio e imperialismo desde el concepto, desde la idea asumida de su significado que es siempre el mismo. Es realismo ingenuo. Pero Ariadna tras ser abandonada por Teseo que es la supremacía de la razón, se suicida y esto es el querer-saber pero dejando de creer, en tanto a fe en la razón. Es la voluntad de saber pero no en la creencia del concepto univoco. Es dejar de ser ingenuos y darnos cuenta que el concepto es creación no a priori y siempre a posteriori. Con una finalidad determinada como ya mencionábamos al inicio de este texto y por lo tanto, el hablar de globalización en lugar de imperio o imperialismo tiene una finalidad de interpretación. De concepción de mundo como pertenecientes a éste. Partícipes.

La voluntad, que es Ariadna, se casa con Baco y este es su triunfo. Es ver la esencia del significado en el acto de la presencia. Presencia que se da en cómo nos ocupamos de las cosas, en el sentido de que nos topamos con las cosas y ese toparnos o, lo que nos topamos está-ahí o es-ahí en el servir para, ser-de-importancia-para[6]. Lo que nos encontramos es-ahí sobre la base de su ser o usarse para tal fin. Y de acuerdo a esto sólo es usable una cuestión en tanto a su utilidad, y la utilidad que tiene ese algo es sólo en tanto a presencia, presencia en cuanto a presente[7]. Desde ese su determinado ser para qué o para quién es como aquello que nos topamos nos queda a mano. Ese su ser-a-mano, ese su resultar-disponible, constituye el quedar-ahí-delante, su estar-ahí-delante, su hacerse-presente-ahí. “Las determinidades del para quién, del para qué, o para qué fin, no son propiedades que cuelguen o se atribuyan a la correspondiente cosa ahí, a la cosa que está ahí, la cual pudiese empezar siendo ahí ( es decir, pudiese empezar existiendo, o estando ahí) sin ellas, sino a la inversa: son precisamente ellas las que primariamente empiezan empujando aquello que nos topamos a entrar en ese su ser-ahí propiamente dicho [ en esa su existencia propiamente dicha] con que nos topamos y de mantenerlo pegado a él.”[8]

En definitiva, es a través de la presencialidad, o mejor dicho, en la presencialidad en donde nos topamos y ocupamos, ocupamos en el sentido de estar presentes en las cosas, las cosas que en definitiva utilizamos-para en tanto a que estas cosas nos son adecuadas-para, y no las cosas apropiadas-para si estas no están respecto a un utilizadas-para.

A este respecto diremos que el sentido que mueve al significado, o que, no habría un sentido que mueva al significado en tanto a algo alejado de la presencia, es decir, el significado no es inmutable a través del tiempo, y con esto digo que no es inmutable, sino que cambia de acuerdo al tiempo cultural en el que se encuentra y de acuerdo al uso que esta cultura le dé a éste.


[1] Es decir, el acto de “conquista” de parte de la nación que somete , sobre la que es sometida.

[2] Aquí uso finalidad en el sentido de no creer en una determinación ajena a la del hombre, algo así como los conceptos a priori. En ese sentido, la representación tiene una finalidad no casual, y tomándonos un poco de Nietzsche, sus fundamentos –de la representación- al fin y al cabo, en lugar de ser grandes cosas y pesadas, terminan finalmente siendo cuestiones “humanas, demasiado humanas”.

[3] Utilizo culminación refiriéndome al hecho de que ya se ha adherido al imperio la colonia, y no en un sentido de estaticidad “infinita” por llamarlo de una manera. Es decir, como culminación dentro del acto de ese imperio, entendiendo que puede luego separarse de ésta, o finalmente fracasar el imperio. Pero en ese momento es culminación en el sentido de que “finalmente está concretada la acción imperialista”.

[4] Querer en tanto voluntad.

[5] Como veíamos anteriormente.

[6] Martín Heidegger, Hermenéutica de la facticidad, 1923.

[7] “Lo que, en el orden ontológico-temporal, quiere decir <> es <parousia o como ousia. El existente es captado en su ser como <> (anwesenheit), es decir, que es comprendido en referencia a un modo determinado del tiempo, el <> (gegenwart)”. Jacques Derrida, Márgenes de la filosofía, Ousia y Gramme. Nota sobre una nota de Sein und Zeit. Cátedra, Madrid, 1998.

[8] Martín Heidegger, Hermenéutica de la facticidad, 1923.