Verdad y Rostro
(Resistencia Ética en la Ética)
Fernando Escobar
Texto leído en la cuarta sesion del “taller 32 Foucault” en la sala L 309 Universidad Arcis
(Resistencia Ética en la Ética)
Fernando Escobar
Texto leído en la cuarta sesion del “taller 32 Foucault” en la sala L 309 Universidad Arcis
Palabra y mirada, el rostro no está, pues, en el mundo,
puesto que abre y excede la totalidad. Por eso marca el límite de
todo poder, de toda violencia, y el origen de la ética. En un sentido, el
asesinato se dirige siempre al rostro, pero para fallar siempre el intento. “El
asesinato ejerce un poder sobre lo que escapa al poder. Todavía poder,
pues el rostro se expresa en lo sensible; pero ya impotencia, puesto que el
rostro desgarra lo
sensible.”
Jacques Derrida (Violencia y Metafisica)
Cuando me propuse responder ante el mandato del “Taller 32 Foucault” pensé lo siguiente: ¿Es necesario hablar de Foucault para explicar a Foucault?. Por mucho que estemos a ad portas de un evento internacional en torno a su pensamiento no podemos pretender encausar toda nuestra fuerza hacia un solo pensador, creo que esto es lo mas antifilosófico que podemos padecer. Entonces: ¿Cómo responder a este mandato?, ¿Puedo escribir algo sin ustedes? Al parecer la respuesta es mas negativa que positiva, pero creo que aquí radica el valor de este ensayo, simplemente lo que permite este seminario: El “Entre Nosotros”.
Sin lugar a dudas lo que esta palabra nos denota es una relación inter-subjetiva, entre ustedes que escuchan con atención lo que digo y yo que presencio sus caras de aburrimiento, pero realmente lo que no podemos negar en todo juego de verdad es la existencia de una alteridad que se resiste a este “decir”.No podemos pensar una verdad que se ejerce por si sola y sin el otro. Quizás la pregunta que pretendo someter a discusión es la siguiente; estos juegos de verdad que se han “fraguado en las canteras de la historia” y que se ejercen bajo la figura del Poder ¿Se juegan en la Ética?. Permítanme citar a Michel Foucault:
“Estas relaciones de poder son, por tanto, móviles, reversibles e inestables. Hay que subrayar también que no puede haber relaciones de poder más que en los sujetos libres. Si uno de los dos estuviera completamente a disposición del otro y llegara a ser una cosa suya, un objeto sobre el que se pudiera ejercer una violencia infinita e ilimitada, no habría relaciones de poder. Para que se ejerza una relación de poder hace falta, por tanto, que exista siempre cierta forma de libertad por ambos.”[1]
Sin lugar a dudas lo que Foucault pretende, en esta cita, es dar cuenta de la existencia de una alteridad para el ejercicio del poder, es necesaria la existencia de una “humanidad”, aunque esta idea quizás también responda a un modo de subjetivación, que sea el fin de este ejercicio de poder. Entonces toda verdad es una ética que pretende dar cuenta de fines y más fines, produciendo así una diferencia abismante entre singularidades necesitadas y deseosas; la resistencia no es el estar del poder, su razón de ejercicio, sino la experiencia del yo –con toda la carga Levinasiana que la palabra experiencia pueda tener.
Cuando Levinas habla de experiencia no denota un concepto ni una representación, ni una totalización teórica ontológica. Solo denota esta experiencia primera, quizás la autentica relación inter-subjetiva y que es base de todo discurso posterior de Humanidad. Solo es un encuentro con el Otro totalmente separado de mi, Infinitamente distante y que ningún deseo puede apresar. Sin embargo esta experiencia del otro es también experiencia de mi propia alteridad, de mi soledad separada del Otro, no hay espacio común en nosotros, solo un entre nosotros.
Esta experiencia del mismo es muy distante del mismo ontológico, quizás el ontologismo deriva de, y permítanme decir: una mala derivación de la experiencia real del yo con el otro, puedo matar pero padezco la culpa, y esto, rebasa cualquier modo de subjetivación.
De lo dicho por Foucault en la cita recién presentada, se hace patente como condición de posibilidad del poder la existencia de un yo, de un egoísmo que permita entablar una relación de libertad, la necesidad de libertad.
Cito a Levinas:
“La relación con el ser, que funciona como ontología, consiste en neutralizar el ente para comprenderlo o para apresarlo. No es pues una relación con lo Otro como tal, sino la reducción de lo Otro al mismo. Tal es la definición de la Libertad: mantenerse contra lo Otro a pesar de la relación con lo Otro, asegurar la autarquía de un Yo. La tematización y la conceptualización, por otra parte inseparables, no son una relación de paz con Otro, sino supresión o posesión del Otro. La posesión, en efecto, afirma lo Otro, pero en el seno de una negación de su independencia. “Yo pienso” se convierte en “yo puedo” en una apropiación de lo que es, en una explotación de la realidad”[2]
Los juegos de verdad son el juego de neutralizar al Otro, de hacer una “humanidad mejor”, de adoctrinar los cuerpos. ¿Es la Libertad la razón de ser del Poder? Es necesaria esta pregunta, aun cuando Foucault nos diga que el Poder no se encuentra, solo es acción. Hay que denunciar estas prácticas para poder hacer un análisis del Poder. Desde Levinas: estos análisis actúan también, al igual que la Historia, como negación de Humanidad, como negación de la experiencia ética por una ética del cuidado de sí.
Lo que toda verdad ignora es que la verdad es un decir a Otro, y es esto lo que Foucault supo analizar muy bien, al margen si lo que se dice es un adecuar al otro hacia lo dicho, este gesto de negación por una subjetivación histórica también fue muy bien descrita por él, pero lo que quiero someter a cuestión es el lugar en donde, o al menos pretende, ejercer el Poder.
El poder no existe como ser propiamente, solo es acción, lo que se dice bajo esta practica es lo que va quedando y por lo tanto puede cambiar con el paso de la historia, pero lo que no se puede negar es que el Poder se ejerce, repito esta frase, Entre Nosotros. Los juegos de verdad en que se sustenta, al parecer, la Acción de Poder está dada en la relación ética que se da en la revelación del rostro del Otro. Es aquí en donde toma sentido la afirmación de una ética del cuidado de sí, del si mismo llámese Estado, medicina, psiquiatría, sexualidad, educación etc…
Lo que molesta a la experiencia, tan fuerte de mi alteridad, soledad entendida como yo que esta en contacto con otros yo, es la negación de nuestro encuentro cara-a-cara. No se puede confiar en una ética que cruza a la del cuidado de sí, que esta presente como experiencia. Cuando afirmo un yo se afirma un sujeto deseante de su estar bien con otros, se afirma un egoísmo, siendo esta la cuestión que Foucault logró experienciar muy bien, pues la libertad es contraria a la justicia que me impone el rostro del Otro. La ética del cuidado de sí, los juegos de verdad y la acción de Poder se ejerce sobre un cuerpo, la ética se impone en un cuerpo.
Nuevamente repito la pregunta del comienzo: estos juegos de verdad que se han “fraguado en las canteras de la historia” y que se ejercen bajo la figura del Poder ¿Se juegan en la Ética?. Al parecer lo único que se resiste a este Poder es la alteridad, el encuentro del Otro, el Rostro.
Prestar atención a esto es prestar atención a una experiencia ética que rebase cualquier ética, cualquier verdad, cualquier ejercicio de Poder, pues el encuentro con el Otro no se da en un cuerpo, por lo tanto no es cruzado por ningún juego de verdad. Solo se revela.
Al plantear Foucault la existencia de un otro libre, que actúe como resistencia, como condición del Poder, no está haciendo más que decir que la existencia de un yo egoísta permite la incesante búsqueda de una verdad ética, de una verdad que justifique la acción del Poder, que atraviese los cuerpos. Sin embargo lo que no podemos negar es que por muy bien que estemos en una representación de mundo, o estemos en algún modo de subjetivación, el egoísmo no se encuentra con el Otro cara a cara, y por lo tanto no puede confiar en ese movimiento ético. Sin embargo lo que me produce el rostro del Otro cuando ejerzo algún acto humanitario[3] es la culpa.
¿Acaso la culpa es el punto de resistencia al Poder? Creo que no, pero lo que es claro es la necesidad de borrar el rostro a través de un cuerpo. Es ésta la táctica del Poder y en donde se puede inscribir la verdad. El rostro no es cuerpo ni representación, es experiencia totalmente gratuita que escapa al concepto, escapa al cuerpo pues nos experiencia el infinito, la imposibilidad de apropiación del Otro, de no saciarme en él.
Los juegos de verdad pretenden cruzar lo no-cruzable pues es el rostro lo que nos cruza en cualquier verdad.
La tortura es cruzada por una verdad, pero es necesario tapar el rostro del torturado para poder ejercer este poder. Necesidad de tapar la boca, los ojos y taparme yo como torturador. Necesidad de vestir el rostro del torturado bajo el lema de terrorista, bajo el ropaje comunista, bajo el ropaje de una verdad que el torturado debe entregar para salvar la humanidad.
Quizás este gesto de la tortura es el fenómeno[4] de lo que no puede ser atravesado por una verdad, pues ¿Quién se ha puesto a pensar si el torturador siente culpa, cuando se encuentra cara a cara con el otro?. El modo de subjetivación, en este cruce encuentra su sentido, pero también encuentra su fracaso. El Poder se ejerce en un cuerpo, cierto –es lo que la medicina propone- pero el juego de verdad topará siempre ante el rostro del Otro, ante el mandato que me llama a responder el rostro desnudo –dirá Levinas-, sin los ropajes de la subjetivación. Necesidad de poner un cuerpo al Rostro.
[1] La Ética del cuidado de sí como practica de la libertad
[2] Totalidad e Infinito, Pág. 70
[3] Como Totalidad
[4] Tomando con cuidado y debido reparo la palabra fenómeno.